¿Tus hijos rechazan probar alimentos nuevos y no sabes de qué manera actuar? Pues hoy en Cetomundo te contamos, que este tipo de comportamiento se le llama neofobia y te explicamos cómo actuar ante ella.
La neofobia es un proceso mediante el cual se evita consumir ciertos alimentos, rechazándolos por diferentes causas como sabor, olor, textura, apariencia, o por su relación con una experiencia negativa anterior.
Es un comportamiento habitual y totalmente normal. Por lo tanto, no supone un problema en sí mismo; pero es importante gestionarlo bien, para evitar que el niño o la niña desarrolle problemas en un futuro.
De dónde nace la neofobia
La neofobia es un mecanismo de defensa. Evitamos inconscientemente comer alimentos nuevos que pudieran suponer un riesgo para nosotros por ser venenosos; lo cual es frecuente entre los alimentos de origen vegetal. Si nuestro instinto no nos frenase a la hora de llevarnos algo desconocido a la boca, estaríamos en verdadero peligro en la naturaleza.
Asismismo, nuestras papilas gustativas hacen que, de forma innata, tengamos preferencia por los sabores dulces y rechacemos aquellos alimentos con sabores amargos, ácidos o agrios, especialmente característicos de las verduras.
También es importante recordar que durante la infancia los niños y las niñas están constantemente expuestos a nuevos sabores, olores, textura. Ante toda esta oferta, es normal que muchos alimentos les resulten extraños o poco apetecibles.
Otra causa frecuente de neofobia es haber experimentado una experiencia negativa en el pasado; como el atragantamiento o haber tenido una indigestión, lo cual producirá un rechazo del alimento cuando volvemos a ofrecerlo.
Es importante recordar que es un comportamiento normal, por lo que debemos tratar de mantener la calma; evitando así que esta situación derive en momentos de tensión.
Formas de manejar la neofobia
No obligar a comer aquello que rechaza. De esta forma solo agravaremos la situación e incluso es posible que el niño acabe rechazando más alimentos.
Ni premios, ni chantajes, ni castigos
No se aconsejan chantajes (“si te lo acabas te compro…”) o premiar al niño o niña con otros alimentos (“si lo pruebas, de premio puedes comer chocolate”); ya que seguiremos generando experiencias negativas en cuanto al alimento en cuestión (si el chocolate es un premio, la verdura es un castigo). Evidentemente, tampoco se deben utilizar los alimentos como castigo (si te portas mal, te pongo brócoli de comer).
Ofrece sin presionar
Es posible que, a priori, se produzca un rechazo. Pero en ocasiones, tras exponerlos varias veces al mismo alimento lo acaban aceptando. Pueden habituarse a él, poco a poco.
¿Cómo generar experiencias positivas?
Llevándoles a hacer la compra. Enseñándoles en el mercado las distintas frutas y verduras para que les resulten familiares. Implicándoles en la elección de los alimentos. Participar con tareas sencillas como lavar los alimentos o añadir las especias. Este último punto es fundamental, puesto que; cuando participan en la elaboración de un alimento, es más probable que lo prueben.
En la medida de lo posible, trataremos de presentar los platos de una forma atractiva.
Es importante cuidar el entorno cuando estamos comiendo: evitar distracciones como la televisión o móviles. Tratad de comer en familia, charlando, sin olvidar mantener la calma cuando rechaza la comida.
Es posible que no termine aceptando todos los alimentos, pero respóndete a esta pregunta: ¿a ti te gustan todos los alimentos? ¿No rechazas ninguno?
Dale a tus hijos el tiempo que necesiten y acompáñalos, con una buena porción de paciencia.